EDITORIAL NÚMERO 2
Habitamos un tiempo en el que el valor de lo colectivo, de los espacios de encuentro y convivencia, de las ligazones simbólicas que tejen las tramas y quienes las transitan, están bajo sospecha. El valor de lo público queda en entredicho ante los innumerables discursos circundantes que potencian la individualización de la vida.
Lo común supone que el muchos supera a los algunos, que el todos prevalece como categoría y fin sobre el uno. Así, la defensa permanente de lo común, como la incansable tarea de otorgarle sentido cada vez, con cada cual, en cada lugar, es un impulso permanente en la práctica educativa entendida en su dimensión de acceso, vivencia y construcción de LO cultural. Tarea que asume la necesidad histórica de desprenderse de las representaciones que atentan contra su valor humano y social. Desprenderse implica vigilancia, de modo de no permitir mutaciones que emparchen, y hagan de nuestro discurso sobre lo común un cascarón en el cual sobreviven esos residuos que lo ponen en una duda perpetua.
Las palabras presumen captar fragmentos de realidad para darle una complejidad que en la mera percepción se diluye. Cuánto más compleja es esa realidad que pretendemos percibir, más distancia parece tener lo que podemos decir de lo que queremos nombrar. Se dan artilugios que buscan englobar aspectos que conviven (aunque parezcan antagónicos) en un fenómeno determinado, incluso hasta el punto de que el nombre en sí es tan sólo la manera que encontramos para indicar algo que sabemos que va más allá, pero no sabemos cuanto más (al menos, en el ejercicio racional de entablar lo relacional no podemos determinarlo).
Es así que este nuevo número de Impresiones Educativas recorre prácticas, reflexiones, sentires y construcciones, teniendo las palabras que las describen la virtud de estar habitadas por significados y posibles que las superan, y que en su lectura, nos invita a reconstruirlos en relación al pensamiento de nuestra propia educativa. Esto ocurre, muy posiblemente, porque son trabajadores de la Educación escribiendo sobre y en Educación. El valor del saber pedagógico vuelve a ser el componente transversal de esta publicación.
Desde el análisis de dispositivos en relación a los modelos teóricos sobre accesibilidad y educación inclusiva, hasta reflexiones sobre roles a asumir en centros en los cuales la sospecha a lo común antes planteada se hace visible en sus múltiples facetas, este número pone al saber pedagógico en el centro. Aporta nuevos elementos explicativos a los vaivenes de las trayectorias educativas de los estudiantes sordos y los centros que los alojan, interpelando supuestos y reafirmando que el Derecho a la educación, lejos de ser palabras estáticas, es una realidad a construir en cada práctica, cada vez, ante cada embate que lo sitúa bajo el manto da la duda.
Habitamos un tiempo en el que el valor de lo colectivo, de los espacios de encuentro y convivencia, de las ligazones simbólicas que tejen las tramas y quienes las transitan, están bajo sospecha. El valor de lo público queda en entredicho ante los innumerables discursos circundantes que potencian la individualización de la vida.
Lo común supone que el muchos supera a los algunos, que el todos prevalece como categoría y fin sobre el uno. Así, la defensa permanente de lo común, como la incansable tarea de otorgarle sentido cada vez, con cada cual, en cada lugar, es un impulso permanente en la práctica educativa entendida en su dimensión de acceso, vivencia y construcción de LO cultural. Tarea que asume la necesidad histórica de desprenderse de las representaciones que atentan contra su valor humano y social. Desprenderse implica vigilancia, de modo de no permitir mutaciones que emparchen, y hagan de nuestro discurso sobre lo común un cascarón en el cual sobreviven esos residuos que lo ponen en una duda perpetua.
Las palabras presumen captar fragmentos de realidad para darle una complejidad que en la mera percepción se diluye. Cuánto más compleja es esa realidad que pretendemos percibir, más distancia parece tener lo que podemos decir de lo que queremos nombrar. Se dan artilugios que buscan englobar aspectos que conviven (aunque parezcan antagónicos) en un fenómeno determinado, incluso hasta el punto de que el nombre en sí es tan sólo la manera que encontramos para indicar algo que sabemos que va más allá, pero no sabemos cuanto más (al menos, en el ejercicio racional de entablar lo relacional no podemos determinarlo).
Es así que este nuevo número de Impresiones Educativas recorre prácticas, reflexiones, sentires y construcciones, teniendo las palabras que las describen la virtud de estar habitadas por significados y posibles que las superan, y que en su lectura, nos invita a reconstruirlos en relación al pensamiento de nuestra propia educativa. Esto ocurre, muy posiblemente, porque son trabajadores de la Educación escribiendo sobre y en Educación. El valor del saber pedagógico vuelve a ser el componente transversal de esta publicación.
Desde el análisis de dispositivos en relación a los modelos teóricos sobre accesibilidad y educación inclusiva, hasta reflexiones sobre roles a asumir en centros en los cuales la sospecha a lo común antes planteada se hace visible en sus múltiples facetas, este número pone al saber pedagógico en el centro. Aporta nuevos elementos explicativos a los vaivenes de las trayectorias educativas de los estudiantes sordos y los centros que los alojan, interpelando supuestos y reafirmando que el Derecho a la educación, lejos de ser palabras estáticas, es una realidad a construir en cada práctica, cada vez, ante cada embate que lo sitúa bajo el manto da la duda.
Lic. Jorge Méndez
Dirección de Educación
MEC
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